Opinión | El Embarcadero

Paca

Nuestra región, ya lo sabemos, ha sido, y por desgracia quieren que siga siendo, una tierra de sacrificios

Nunca he sentido esa fascinación que profesan algunos hacia los famosos, ya sean cantantes, deportistas o ‘influencers’. Hace unos días pudimos comprobar cómo se desplegó en Madrid esa mitomanía hacia Taylor Swift. Con el tiempo, y la madurez que dan los años, uno se da cuenta de que la admiración a las personas se debe a su manera de ser, de percibir el mundo, de actuar, de vivir… Es indiferente que sea o no conocido.

A Paca la había visto en entrevistas y reportajes en la prensa, en vídeos; me habían hablado de ella, pero no tenía la suerte de conocerla en persona, hasta hace poco. Reconozco que tenía ganas de escucharla en vivo y, por supuesto, no defraudó. Ya ha cumplido los setenta y cinco años, aunque su energía y arrojo es igual o mayor que la de una joven de veinte. Ella es de esos seres humanos que desconocen el significado de palabras como docilidad y mansedumbre, es tenaz y tiene un empuje especial para enfrentarse a diferentes luchas (y contagiarlo a los demás). Ella, que fue una de las fundadoras de Ecologistas en Acción en Extremadura, batalla porque sabe que tiene la razón y que es lo justo. Paca Blanco emplea ahora un andador plegable, pero mantiene su espíritu irreverente, indómito e incluso algo barriobajero, siempre lista para seguir en la brecha con dos exigencias con las que sigue empecinada: el cierre de la Central Nuclear de Almaraz y el derribo de Valdecañas.

Y es que nuestra región, ya lo sabemos, ha sido, y por desgracia quieren que siga siendo, una tierra de sacrificios, con la amenaza de un extractivismo sin límites que afecta a parte de nuestra geografía. Ya está activa otra plataforma ciudadana, Sierra de Gata Viva, para frenar los proyectos mineros de una empresa que busca litio, estaño, wolframio y tántalo en esta comarca.

La activista Paca Blanco forma parte de Colectivos en Lucha Extremadura, que aglutina una red de apoyo mutuo contra las diferentes agresiones al territorio: desde las distintas imposiciones extractivistas hasta la reivindicación por un tren que vertebre la comunidad o a favor del cierre de Almaraz. Paca participa en la ‘Primavera Antinuclear’, una gira regional para dar a conocer las amenazas y perjuicios que supone contar con dos reactores que llevan en funcionamiento desde comienzos de los años ochenta, y todas las patrañas que se suelen creer en torno a la energía nuclear: no es verde (pese a que lo afirme la UE) pues posee un gran impacto desde que se saca el uranio en una mina, y genera contaminación en las aguas próximas y por la ingente cantidad de residuos radiactivos que origina y la dificultad para su tratamiento (en los llamados ATI, siglas de Almacén Temporal Individualizado). Sin olvidar su peligrosidad para la salud de quienes trabajan y residen cerca.

Sobre Almaraz se vierten bastantes bulos, como el supuesto alto número de empleos que se perderían con su final, sin pararse a pensar en el estado de unas instalaciones obsoletas que están más que amortizadas. Paca está convencida de que merece la pena seguir en primera línea para convencer a más gente de que ya es hora de acabar con una producción de energía que ni es barata ni limpia, y que se destina sobre todo a alimentar la voracidad de recursos de ciudades como Madrid. Más Pacas hacen falta, con su coraje y garra, para hacer de este mundo un lugar más sostenible, justo y saludable. ¡Gracias por tu labor!