Opinión | EL CHINERO

El mejor amigo del perro

Quizá el Ayuntamiento de Badajoz debe plantearse ubicar los parques caninos lejos de viviendas

Dos perros con sus dueñas, delante de la puerta cerrada del parque canino del Cerro del Viento, en Badajoz.

Dos perros con sus dueñas, delante de la puerta cerrada del parque canino del Cerro del Viento, en Badajoz. / S. GARCÍA

No me gustan los perros ni yo a ellos. Me ladran en cuanto abro la boca. Pensarán que estoy ladrando. Les molesta mi presencia, como a mí la suya. Nunca he convivido con un perro, pero los he tenido que soportar y ellos a mí, porque tengo amigos y familia que viven con mascota, a la que tratan como un miembro más del hogar. Aun no siéndome grata su compañía, que no busco e incluso rehúyo, repudio el maltrato animal. Sin embargo, considero una crueldad humanizar a los animales y me parece antinatural y deleznable que se pueda tratar mejor a una mascota que a un ser humano. A pesar de todo ello, tengo que ser consciente de que vivo en una sociedad en la que el mejor amigo del perro es el hombre, que llega a amoldar sus hábitos a las necesidades del animal con el que convive. Como cada vez hay más familias que cuentan entre sus integrantes con uno de cuatro patas que ladra, despelecha y necesita salir a pasear para no dejar en casa lo que su cuerpo expulsa, las ciudades han tenido que buscar soluciones para satisfacer las demandas que su cuidado requiere.

Badajoz estrenó por primera vez un área canina en diciembre de 2017. Fue una condición inapelable de la entonces concejala de Ciudadanos, Julia Timón, empeñada en que el ayuntamiento destinase una partida presupuestaria a esta actuación. Se habilitó en el parque de la margen derecha del Guadiana y costó en torno a 100.000 euros. Una barbaridad me pareció desde el principio. Con el paso del tiempo y la experiencia contrastada, tuve que reconocer que los parques caninos habían llegado para quedarse, como lugares de esparcimiento de los perros y de sus dueños, que no dudan a la hora de acercarse a estas instalaciones, incluso procedentes de otras localidades, donde no tienen un lugar semejante y exclusivo en el que compartir tiempo e intereses. Perros y amos con otros amos y perros.

Después del primero, vino un segundo en Jardines del Guadiana y un tercero en Condes de Barcelona, en el Cerro del Viento, en octubre de 2021. Este último se anunció como provisional, porque el uso de la parcela es educativo. Dos años y medio han pasado. Teniendo en cuenta que cada curso hay menos población escolar, posiblemente llegue el día en que haya que redefinir el destino de este suelo. De hecho, cuando el ayuntamiento acondicionó la parcela como parque canino, no se planteó modificar su uso a corto ni a medio plazo. En cualquier caso, ya se sabe que hay proyectos que nacen provisionales y que por la fuerza de la costumbre o de la desidia terminan siendo definitivos. Se desconoce si será el caso del área canina del Cerro del Viento.

Esta semana, los propietarios que habitualmente se trasladaban a esta zona para que sus animales corriesen y se desfogasen, han encontrado la puerta cerrada. En todo el morro. Sin aviso ni motivos. Este diario preguntó al ayuntamiento las causas, pero no recibió respuesta. Tampoco los afectados saben por qué se han cerrado unas instalaciones que se usaban para lo que fueron acondicionadas. Sospechan que el ayuntamiento ha decidido clausurarlas tras las quejas reiteradas de algún vecino por los ladridos que tenía que escuchar continuamente. Y eso que el parque cerraba a las diez de la noche, la hora de cenar e irse a dormir.

Para quienes, como a mí, no le gustan los perros, es preferible que estos animales corran y se desfoguen en un lugar exclusivo para ellos y sus dueños. Así evito encontrármelos en espacios compartidos de paseo. También es verdad que no vivo junto a un área canina y desconozco si los inconvenientes son reales e insoportables. El primer parque canino se ubicó a una distancia considerable de zonas residenciales y, como no es la primera vez que los vecinos del Cerro del Viento se quejan, quizá el ayuntamiento debería plantearse situar los parques de perros en parcelas alejadas de viviendas y así evitar que quien ha elegido libremente no cuidar de una mascota, tampoco tenga que soportar sus molestias.