Opinión | Donald Trump

Una actriz porno condena a Trump

Donald Trump

Donald Trump / James Gasperotti

Suena delicioso escuchar los arrebatados análisis ante la condena a Donald Trump por 34 delitos en Nueva York, ciudad Demócrata por dos votos a uno. Disfrutamos de nuevo de la gran fiesta de la democracia en la cuna del género, se elogian la insobornabilidad del fiscal, las dotes interpretativas de un juez Merchan que rima definitivamente con Marchena. Y cuando el sueño empieza a interrumpir este festín de vaguedades, en el cerebro adormecido resuenan dos mazazos. Primo, la condena inaugural a un presidente estadounidense se debe al dinero que pagó para silenciar a su amante, un crimen sin duda más horroroso que la matanza de George Bush en elIrak sin armas de destrucción masiva ni Al Qaeda. Secundo, ninguno de los afamados analistas menciona por su nombre artístico o real a Stormy Daniels, la actriz porno que ha condenado al Donald.

Sería exagerado reseñar que Daniels ha ennoblecido a la pornografía, pero escandaliza más la omisión de esta referencia profesional. Entre otras cosas, por la excelente interpretación que la actriz de adultos efectuó en el juicio, para escándalo del piadoso juez Merchan. No puede desligarse la letanía de escuchar 34 veces «culpable» del testimonio de la ¿artista? La mujer que ha doblegado al mayor clown contemporáneo se había ganado nuestro respeto frente al mejor entrevistador del mundo, elPiers Morgan descalificado por los españoles provincianos cuando tuvo la exclusiva de Rubiales. Frente al inglés despiadado, Daniels aportó el ejemplo reconfortante de una víctima que no disfraza el encuentro sexual ni lo enriquece. Que se autodescalifica por su estupidez, sin culpar a su torpe amante.

La reivindicación de Daniels debe anteceder a los pronósticos electorales. La recaudación de la campaña de Trump se disparó tras las

34 culpabilidades por amaño de cuentas, ante el rubor de la presentadora de la CNN volcada en silenciar el dato. Sánchez debería aprender del presidente estadounidense que las imputaciones desmesuradas redundan en beneficio propio. Y las encuestas más honestas reconocen que, entre Biden y Trump, la mayoría de estadounidenses prefieren a ninguno de los dos.