Presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura

Mario Urrea: "Sería conveniente consensuar un Plan Nacional del Regadío"

El presidente de la CHS considera que, dado que «el 80% del consumo del recurso hídrico es el regadío», habría que darle prioridad a este plan antes que a un Plan Hidrológico

Mario Urrea, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura.

Mario Urrea, presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura. / Cedida

Juan Daniel González

La cuenca del Segura, gracias a la gestión que se hace del denominado mix de aguas, está preparada para afrontar la escasez de agua durante los años venideros. Aun así, el Trasvase Tajo-Segura sigue siendo necesario, y el reto de incorporar nuevos recursos sigue presente, según Urrea.

¿Existe alguna solución a los problemas de escasez de agua que hay actualmente en el Mediterráneo?  

Evidentemente se trata de un problema complejo, dadas las características semiáridas de este territorio, que, según los escenarios manejados por los expertos en relación al cambio climático, implicarán en los próximos años una menor disponibilidad de recursos. Es por ello que los análisis de diagnóstico/soluciones pasan por un enfoque multivariado, teniendo en cuenta el agua, la energía, la alimentación y el medio ambiente. Un equilibrio entre estas variables y la incorporación progresiva de los hasta ahora denominados recursos no convencionales, desalación y reutilización, nos hacen ser moderadamente optimistas.

¿Es importante que se haga efectivo el Plan Hidrológico Nacional?  

La complejidad de la planificación hidrológica hace que los planes redactados por los distintos organismos de cuenca requieran de una coordinación al máximo nivel, cuando se encuentran interrelacionados, que la legislación española le asigna al Plan hidrológico Nacional, que al tramitarse en sede parlamentaria evidentemente requiere de un alto grado de consenso, en aras a su perdurabilidad en el tiempo. No obstante, y como vengo diciendo, si el 80 % del consumo de recurso hídrico es el regadío, quizás primero conviniera consensuar a nivel nacional el Plan Nacional de Regadío.

Nuestro desarrollo de los últimos 45 años ha sido gracias al Trasvase Tajo-Segura”

Mario Urrea

— presidente de la CHS

¿Qué sería de la zona del Levante sin el Trasvase Tajo-Segura?  

Nuestro desarrollo de los últimos 45 años ha sido gracias al Trasvase Tajo-Segura, del que dependen tanto el abastecimiento de tres millones de personas en época estival como unas 120.000 hectáreas de regadío, ahora se trata de afrontar el futuro con seguridad hídrica, y ello pasa por incrementar la disponibilidad de agua desalada y reutilizada, aunque esta última admite ya poco recorrido, dado su alto grado de utilización.

Usted mantiene la necesidad del Trasvase Tajo-Segura, pero también apuesta por el agua desalada, ¿le irá comiendo terreno esta última?  

La evolución de las aportaciones a la baja de los recursos disponibles de la cabecera del Tajo, que se constata en la planificación vigente, implica necesariamente un incremento de garantía de los recursos de desalación, pero estos siempre complementarios a aquellos. El peso de uno y otro vendrá marcado por esa disponibilidad de la cabecera del Tajo.

¿Estamos llegando al fin de los trasvases? 

No creo que eso sea así, hay numerosos trasvases en funcionamiento, pero lo que es cierto es que la garantía que ofrecen a los usos que de ellos dependen, van a ir a la baja. Por lo tanto, habrá que complementarlos con desalación y reutilización. 

Las zonas dependientes de las aguas subterráneas en acuíferos en riesgo son el reto para el futuro”

Mario Urrea

— presidente de la CHS

¿Cuál es la capacidad actual de la cuenca del Segura? ¿Tiene capacidad suficiente para los regadíos a los que aporta agua?  

Actualmente nuestra planificación refleja la necesidad de incorporar nuevos recursos, básicamente para las zonas que presentan una dependencia de las aguas subterráneas en acuíferos declarados en riesgo cuantitativo, ese es el reto para los próximos años, tanto incrementar los recursos hídricos como gestionar la demanda. Pero es claro que aquellos territorios que presentan una desconexión hidráulica con otros sistemas de explotación presentan una alta vulnerabilidad.

¿Cómo ha afrontado la cuenca del Segura el periodo de sequía?  

Básicamente la gestión se realiza, siguiendo estrictamente lo indicado en el Plan especial de Sequías. No obstante, hay que resaltar que el agua para el abastecimiento está asegurada en toda la Demarcación del Segura gracias a la gestión que se hace del denominado mix del agua por la Mancomunidad de los Canales del Taibilla, mediante los recursos propios de las aguas del río Taibilla, la del ATS y la de la desalación. Afortunadamente, hemos dejado para el recuerdo imágenes de cortes en el suministro o camiones llevando agua a diversas poblaciones, las ultimas de ellas acaecidas hace ahora veinte años. La experiencia de vivir en el límite, en cuanto a disponibilidad de recursos hídricos, nos ha hecho llegar a esta situación mejor preparados que otras demarcaciones del país.

¿Cómo se imagina el futuro de la cuenca dentro de quince años? 

Entiendo que seguiremos con una altísima garantía en relación al abastecimiento, lo que permitirá además mantener un componente turístico importante, estaremos mejor en cuestiones medioambientales, y el regadío seguirá si bien con un modelo productivo diferente al de las últimas décadas. Mucho más eficiente y sostenible.

Los agricultores han sido señalados como los culpables de contaminar la cuenca, ¿qué pueden hacer para tratar de cambiar la percepción de la sociedad?  

El cambio de esa percepción, que en algunos territorios de la cuenca está muy arraigada, se realizará en primer lugar cuando se perciba que no hay afecciones medioambientales negativas, y ello precisará practicar una agricultura sostenible, y en condiciones de que las administraciones puedan acreditar esa sostenibilidad, con un uso eficiente del agua y un uso racional y no contaminante de los pesticidas y fertilizantes. Se trata de poder exportar y consumir internamente unos productos agrarios sostenibles medioambientalmente, susceptibles de ser etiquetados como ‘verdes’.