La arrendadora asegura sentirse "desprotegida" por la ley

El calvario de una propietaria con okupas en Badajoz: "Me intentaron chantajear"

Después de un año de impago, Laura Moreno ha conseguido desahuciar a los inquilinos de su piso en la calle Zurbarán

La propietaria encontró la vivienda en pésimas condiciones: olor nauseabundo, la caldera y el techo quemados, muebles rotos y heces y pelos de gato repartidos por las habitaciones, entre otros

Habitación del piso alquilado en malas condiciones y con un boquete en la pared.

Habitación del piso alquilado en malas condiciones y con un boquete en la pared. / LCB

Claudia Goyeneche

Claudia Goyeneche

En junio de 2023 comenzó el calvario de Laura Moreno, una propietaria que confió en un conocido para alquilar su piso en la calle Zurbarán de Badajoz. Tras casi un año de impago por parte del inquilino, el pasado miércoles 19 de junio se llevó a cabo el desahucio del piso. Al abrir la puerta del apartamento, la arrendataria "no podía creer" lo se que encontró: olor nauseabundo, el colchón rajado, la caldera y el techo quemados, muebles rotos y heces y pelos de gatos repartidos por las habitaciones, entre otros desperfectos.

Era marzo de 2022 y el inquilino que vivía en el piso de Laura decidió marcharse. "Esta persona había cuidado tan bien el piso que bajé la guardia", cuenta la afectada. En su búsqueda de un nuevo arrendatario, coincidió con un hombre que conocía de vista y con el que compartía relaciones de amistad. "Me dio confianza y vio el piso que estaba fenomenal", además, como asegura Laura, "presentó una nómina".

Laura es realizadora de televisión, y con la urgencia de tener que viajar a Honduras para grabar un programa durante tres meses y medio, aceptó a este nuevo arrendatario. Durante el primer año, la propietaria expresa que el hombre pagaba tarde y de manera irregular. “Pagaba cuando quería”, explica. Sin embargo, a partir de junio de 2023, Laura dejó de recibir cualquier ingreso. “Lo llamaba y no me cogía el teléfono”, señala ahora.

La propietaria dio un ultimátum al inquilino exigiendo el pago de la casa, o en su caso, el abandono de la misma. El inquilino argumentaba que no tenía a dónde ir y, por ende, "que no iba a abandonar el piso". Su novia, quien aparentemente vivía con él, pero no estaba en el contrato, también formaba parte de esta situación. En un gesto de buena voluntad, la propietaria decidió darle el verano para solucionar el problema. “Pasó julio y agosto, y ya a mediados de septiembre, viendo que se había ido incluso de vacaciones, me enfadé y le puse una denuncia”, dice Laura, que durante meses intentó mediar y contactar sin hallar "respuesta".

El aseo del piso.

El aseo del piso. / LCB

Fue ya el pasado noviembre cuando la novia del inquilino contactó a la propietaria, proponiendo que retirara la denuncia a cambio de pagos irregulares y progresivos de la deuda, además de la firma de un contrato en el que se especificaba que ellos no podían ser desalojados. “Evidentemente no accedí. Me negué al chantaje y a quitar una denuncia porque llevaban seis meses sin pagar y sin contactar conmigo”, afirma la propietaria.

El desahucio

El proceso legal siguió su curso y finalmente, el pasado miércoles 19 de junio se llevó a cabo el desahucio. A pesar de haber sido notificados en mayo, el inquilino y su pareja "no dieron respuesta". Los vecinos, testigos del día a día de la pareja, manifestaron a Laura los constantes ruidos, peleas y visitas de ambulancias, indicando un ambiente de caos en la vivienda. "Se quejaban hasta del olor", comenta la propietaria.

Cocina del piso.

Cocina del piso. / LCB

El día del desahucio, la arrendataria acudió con la Policía Nacional, un secretario judicial, una procuradora, el cerrajero y su abogado. Al entrar, encontraron el piso en condiciones deplorables. “El olor nauseabundo se percibía desde la puerta. La nevera llena de comida en mal estado, la caldera y el techo quemados, los electrodomésticos estropeados, muebles rotos, el colchón rajado y todo tirado”, describe. Además, a pesar de estar prohibido en el contrato, el inquilino tenía un gato, que como asegura Laura "dejó el piso lleno de pelos y heces".

Además de las circunstancias pésimas de la vivienda, Laura encontró los suministros dados de baja y facturas pendientes desde julio de 2023, que ha tenido que pagar. "Me siento desprotegida por la ley", manifiesta. La propietaria relata lo difícil que ha sido el proceso de desahucio de su vivienda, cuya renta le ayudaba a vivir el día a día. “Si los políticos quieren viviendas sociales, que las construyan ellos, pero no pueden ser de una persona privada. No es justo que disfruten de mi casa tantos meses y se vayan de rositas después de destrozarlo todo”, añade.

Nevera del piso.

Nevera del piso. / LCB

Actualmente, la primera acción de Laura con respecto al piso, será arreglarlo. “Arreglar lo que otras personas destruyen", incide. Eso sí, si lo alquila, con miedo como asegura, lo hará "con un buen seguro". La propietaria pide una revisión urgente de la normativa de vivienda, según la cual se siente "desprotegida".