Entrevista | Miguel Ángel Perera Torero

«Me sigo vistiendo de luces sin sentir el peso de los años, con ganas de competir»

El diestro celebra dos décadas de toreo con una corrida en la plaza que le vio nacer como torero

Miguel Ángel Perera, a punto de salir al ruedo.

Miguel Ángel Perera, a punto de salir al ruedo. / LA CRÓNICA

Irene Rangel

Irene Rangel

El de Puebla del Prior tomó la alternativa un 23 de junio de 2004 en el Coso de Pardaleras. El Juli le cedió la muerte de ‘Miliciano’, un astado de Jandilla. Veinte años después, vuelve al mismo ruedo para demostrar que su toreo está en constante evolución.

20 años desde aquella tarde en la que, con El Juli como padrino y Matías Tejela de testigo, tomó la alternativa. ¿Cómo la recuerda?

Fue una tarde soñada en cuanto al paso que daba, además en la plaza más importante de mi tierra. 

De eso hace dos décadas. ¿Ha seguido cumpliendo sueños? 

Te diría que sí. Si tuviera que hacer ahora un resumen de trayectoria, me siento un afortunado. Estoy agradecido al toro y a la profesión porque los sueños que tenía cuando era niño y jugaba en casa de mis padres, en el pueblo, se han cumplido. Me siento pleno y feliz gracias a Dios, al tesón y a las condiciones que se han dado. 

Perera toma la alternativa en presencia de El Juli y Matías Tejela.

Perera toma la alternativa en presencia de El Juli y Matías Tejela. / S. GARCIA

Viajemos en el tiempo. ¿Cómo recuerda sus inicios en el mundo del toro?

Con mucho cariño. Años en los que tienes inocencia y el mundo por descubrir. Yo veía los carteles de los toreros en la feria y soñaba con, algún día, ser torero y triunfar. Después, la vida te pone en el camino y tú tienes que caminarlo. Yo he podido hacerlo y ahora estoy disfrutando las mieles. 

Entró en la Escuela Taurina de Badajoz con 15 años, cuando aún estudiaba en los Jesuitas de Villafranca de los Barros. 

Yo entré mayor, sí. Con seis años quería ser torero pero Puebla del Prior está a 100 kilómetros de Badajoz. No soy de una zona ganadera de toro como Olivenza o Cheles. La mía es tierra de ganadería de cochino y oveja, no tenía nada cerca para tener contacto con este mundo. 

¿Qué supone la escuela para usted a día de hoy? 

Le tengo un recuerdo muy cariñoso. Yo conocí la antigua escuela antes de que se fuera a la plaza de toros. Empecé a ir para allá. Todo era nuevo, conocí a muchas amistades... tengo sentimientos de cariño y agradecimiento. Las escuelas taurinas hacen una labor por los chavales enorme. 

Y fue entonces cuando Luis Reina se cruza en su camino.

Sí. El maestro estaba en la escuela y siempre apostó por mí. Le di motivos. A día de hoy sigo manteniendo una amistad muy bonita con él, siempre está preocupado por las cosas que me pasan. 

«La vida te pone en el camino y tú lo tienes que caminar. Ahora estoy disfrutando las mieles»

Si adelantamos un par de años en el calendario, cambia a los Jesuitas por un piso en Madrid. ¿Cómo recuerda la experiencia?

Era un paso que llevaba un tiempo buscando. Iba creciendo y los estudios, para desgracia de mis padres, los iba dejando de lado. Mi mente estaba en el toro. Entonces encontré con una empresa taurina que apoderaba a jóvenes valores y me llevaron a Madrid. Era lo que realmente quería, aunque estando allí me llegué a sentir muy solo. Al principio no tenía a nadie. Salí de mi casa, de mi madre, de mi entorno, y caí en una gran ciudad como Madrid. Entrenaba con gente pero llegaba la tarde y estaba solo hasta el día siguiente. Las noches eran muy largas, pero eso también me curtió. Todo cuesta en la vida. Cuando uno tiene un sueño hay que esforzarse, a nadie le regalan nada.

Después ha sido precisamente la plaza de Madrid la que le ha dado siete puertas grandes. ¿Cómo de importante ha sido Las Ventas en su carrera profesional?

Aunque suene a tópico, ha sido la plaza de mi carrera. Los números lo avalan. Tengo seis puertas grandes como matador de toros, una de novillero y tardes en las que no he salido por la espada. Es una plaza que ha marcado mi carrera, he tenido esa fortuna. En momentos en los que necesitaba un triunfo importante, aparecía Madrid.

Sevilla, sin embargo, era para usted la otra cara de la moneda. ¿Feliz de haber salido a hombros por la Puerta del Príncipe tras 20 años?

Eso sí que ha sido una espina clavada. Comparaba las dos plazas, que son las que marcan la temporada, y decía «joe». En Madrid, con la exigencia que tiene, soy muy capaz de leer las tardes. Llegaba Sevilla y eso no me pasaba. Nunca había llegado esa tarde redonda como la que uno quiere. Este año ha podido ser.

Miguel Ángel Perera, en el campo

Miguel Ángel Perera, en el campo / Joaquín Arjona

¿Diría que afronta el vigésimo aniversario en su mejor momento? 

Cuesta valorarse a uno mismo. Con los años pierdes algunas cosas , como el ímpetu de la juventud, pero ganas en madurez. Por mi forma de entender el toreo, con intensidad, no tengo que quitar el pie del acelerador. ¿El mejor? No lo sé, pero me siento a gusto y querido. Me pongo el traje de luces con ilusión, los años van pasando pero no siento su peso, me visto con ganas de expresarme y salir a la plaza para dar lo mejor. Con ganas de competir y de medirme al torero que mejor esté ahora. 

Miguel Ángel Perera como novillero en Badajoz.

Miguel Ángel Perera como novillero en Badajoz. / S. GARCIA

¿Cómo está resultando esta temporada de aniversario? 

Ahora mejor, más bonita. El año no empezó como me hubiera gustado, no estuve en Olivenza. Tenía en mente Sevilla y Madrid y, afortunadamente en Sevilla pasó lo que pasó. Madrid fue un paso que me ha vuelto a reafirmar a nivel de entrega profesional y de público. Es una temporada de compromisos importantes y muy bonita.

Y fuera del ruedo está recibiendo homenajes en todo el país por estas dos décadas de toreo. ¿Se siente profeta en su tierra?

Sí, sí. Soy profeta en mi tierra. He toreado en todas partes, he llevado el nombre de Extremadura por todo el mundo gracias a Dios y aunque es verdad que en estos últimos años no he estado en algunas ferias, son las circunstancias de esta profesión. Conmemoro los 20 años en el día que coincide, además, en mi tierra y con un cartel precioso y redondo... ¿Qué más puedo pedir?

¿Qué podemos esperar de este 23 de junio? 

Me gustaría que fuera una tarde para el recuerdo. Llego en un momento bonito para dar lo mejor. Ojalá pueda darle a la afición lo que esperan de Perera y lo que Perera ha sido durante estos 20 años.