San Juan 2024
Los artífices de la feria
Decenas de caravanas ocupan estos días el aparcamiento habilitado en Caya con motivo de San Juan
Sus ocupantes son los encargados de montar los puestos y atracciones que dan vida al real
Dice que no le gusta la feria. Que no le encuentra la diversión. Será porque echó los dientes en ella y ha visto desde pequeño cómo sus padres la trabajan. Ahora él también forma parte del negocio y aunque es una manera de vida que no le convence, asegura que no le va mal. Lleva ya una semana instalado con la caravana familiar en el aparcamiento habilitado por el Ayuntamiento de Badajoz para los nómadas que han llegado al recinto de Caya. Desde allí montan sus puestos y atracciones para darle vida al real.
Quien se expresa en Víctor Abdelkader, 37 años. Su apellido evidencia el origen marroquí paterno. Es de Jaén. Eran sus abuelos maternos los que ya tenían el negocio. Él, su hermano y sus padres han estado montando estos días el famoso puesto de vinos que siempre está presente en todas las ferias. Hoy estará listo para inaugurar San Juan 2024.
«Esta vida es muy sacrificada, pero bueno, yo por lo menos muchas veces me puedo ir a dormir a casa». Esta vez no. Esta vez hará vida completa en la caravana. Abdelkader y su familia solo recorren las fiestas populares de la provincia de Jaén. Únicamente salen de Andalucía para venir a Badajoz. «La verdad es que nunca se nos ha dado mal, por eso seguimos aquí». Antes también acudían a Montijo y Almendralejo. «Yo a Badajoz llevaba cuatro años sin venir. El aparcamiento está muy bien, asfaltado, no es de tierra. Si no, con la lluvia que hemos tenido...».
En este parking acondicionado comparte espacio con decenas de feriantes; muchos se conocen de coincidir en numerosas ocasiones. Hace más de una semana que pueblan esta zona de Caya. La caravana como hogar.
«Pero ahora estamos muy bien. Yo recuerdo cuando era pequeña que mis padres tenían una casetita hecha con lona que se desarmaba; y cuando llovía te mojabas. Yo es que me he criado prácticamente en la calle. Antes pasábamos fatigas; ahora ya es diferente», expresa Antonia Rodríguez Corbacho, de Olivenza y vecina estos días de la familia Abdelkader. También lleva la feria en la sangre.
En su caravana no falta un detalle. Al fin y al cabo, es su residencia oficial durante varios meses.
De pueblo en pueblo
Con ella están su marido y uno de sus hijos. «El mayor sí estudió y se fue a Praga a un hotel. Mi hija trabaja en Badajoz». Cuando eran pequeños se quedaban con la abuela materna mientas sus padres iban de feria en feria por los pueblos de Extremadura. Era raro que saliesen de la comunidad. Cuando acababa el curso escolar los niños también los acompañaban.
El ‘Zig-Zag’, la tómbola...
Esta vez traen a las fiestas de San Juan una atracción que se llama ‘Zig-Zag’. Aunque tienen también caballitos. «Yo empecé con mi padre, con la tómbola», recuerda. «Ahora hay más dinero para gastar, no tiene nada que ver con otros tiempos...», afirma.
Tras décadas de feria en feria, se acerca el momento de la jubilación y confiesa que no sabe si será capaz de quedarse todo el verano quieta en casa cuando llegue ese momento. «Bueno, mi hijo seguirá con el negocio, así que si tenemos que venir de vez en cuando a echarle una mano, pues lo haremos».
«Un trabajo más»
Y en la calle paralela organiza a su equipo Miguel Ángel Dávalos, quien procede de Colombia pero está asentado en Sevilla. Lleva 24 años trabajando en la feria. A Badajoz es la tercera vez seguida que viene. Ya conocía el real de Caya de una época anterior, pero hacía al menos una década que no lo pisaba. «La atracción que traemos es muy grande y aquí es difícil montarla, pero este año la habían pedido», explica.
Él pone en pie una montaña rusa llamada Ala Delta, la más alta de todas. Para ello, hace una semana que se instalaron en el aparcamiento de Caya.
En su caso el negocio no viene de tradición familiar, sino que es un trabajador más de una empresa de atracciones; a su vez, él tiene a 13 empleados. Viaja con una enorme tráiler que hace las veces de hotel portátil. Hay seis puertas. Cada cual corresponde a una habitación con literas. Están enumeradas.
«Es sacrificado, pero al final es un trabajo como otro cualquiera. Cuestión de acostumbrarse», expresa Dávalos.
Todos coinciden en los pros y los contras de una vida nómada. Con horas de montaje y de carretera, ellos son los artífices de la feria.
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